Asesinados tres Policías Armados en Vitoria

Vitoria, 05/03/78 Dos policías armados resultaron muertos y tres heridos -uno de extrema gravedad- al ser ametrallado el jeep que ocupaban por dos individuos armados. El suceso ocurrió a las ocho de la tarde del domingo en el barrio de Zaramaga, de Vitoria.
A esa hora, según la versión oficial, un vehículo de la Policía Armada, ocupado por un cabo y tres policías, se detuvo en un rellano situado frente a la entrada del matadero municipal, en la calle de los Reyes de Navarra, a unos ochocientos metros del cruce con el Portal de Villarreal.«Al detenerse, el jeep en el lugar indicado para recibir la novedad de una patrulla de dichas fuerzas que prestaban servicio en aquella zona -dice la nota oficial-, dos individuosjóvenes, que, al parecer, salieron de una cabina telefónica próxima, ametrallaron al coche, a consecuencia de cuya acción resultó muerto el conductor, Miguel Raya Aguilar, de veintiocho años, natural de Huelma (Jaén), y heridos de suma gravedad los policías Joaquín Ramos Gómez, casado, de veintiséis años y natural de Sevilla -que falleció en el Hospital General de Vitoria-, y José Vicente Val del Río, soltero, de veintiún años, natural de Burgos. Asimismo, resultaron heridos menos graves los policías Armando Doval González, soltero, de veintiún años, natural de Orense, y Santiago del Canto de los Reyes, casado, de veinticuatro años, natural de Jerez de la Frontera. El cabo primero Antonio Barrado Tejada, de veintiséis años, natural de Zarza de Montánchez (Cáceres), resultó ileso.
El jeep de la Policía Armada presenta 52 impactos de bala, munición de nueve milímetros, Parabellum.
Pese a la versión oficial facilitada a los medios informativos en la mañana de ayer, las circunstancias en que se desarrollaron los hechos no están todavía claras, y aún hoy, difícil hacer un relato fiel de los mismos.
La historia del atentado puede dedirse que se inició a las 7,30 de la tarde, cuando Martín Olías, vecino de Aizcorbe (Navarra), en compañía de su esposa y un niño de diez meses de edad, detuvo su coche, un 1430 azul marino, matrícula M-804230, en el aparcamiento de la nueva residencia de la Seguridad Social en Vitoria, situada en la zona de Txagorritxu. Cuando la esposa, que había salido del coche, penetró en el edificio, dos desconocidos -al parecer muy jóvenes- se dirigieron hacia el propietario del vehículo, que en ese momento cerraba la puerta del mismo. Encañonándole con pistolas le pidieron que les dejara el coche. Como aquél se resistiera, los jóvenes le pusieron una pistola en la sien, conminándole con amenazas a que les entregara las llaves. Una vez logrado su objetivo, los dos desconocidos abandonaron el lugar a gran velocidad. El propietario del vehículo presentó la denuncia de sustracción del mismo en la comisaría hacia las 8.20 de la noche, minutos después de que se produjera el atentado contra el jeep de la policía. El coche sustraído a Martín Olías sería utilizado por los protagonistas del atentado.
Se piensa que los dos desconocidos, tras abandonar la residencia de la Seguridad Social, recogieron posteriormente a una o dos personas más, dirigiéndose media hora más tarde hacia la calle de los Reyes de Navarra, a través de las calles Cofradía de Arriaga y Vitoria. En la calle de los Reyes de Navarra -en donde ocurrieron los hechos-, los jóvenes aparcaron el coche a pocos metros de una cabina telefónica situada frente al lugar donde minutos más tarde se detendría el jeep de la Policía Armada para recibir el parte de la pareja que realizaba patrulla en aquella zona.
Todo hace pensar que dos o tres de los jóvenes -no se ha podido precisar el número- se dirigieron a pie desde el coche hasta la cabina telefónica, en donde debieron esperar la llegada del jeep. Es posible que uno de los desconocidos quedara al volante del coche.
A las ocho de la noche llegó el vehículo policial y aparcó en un rellano existente frente a la puerta del matadero municipal.
A los pocos minutos llegaron los dos policías armados, que se introdujeron en el jeep para dar novedades a sus compañeros, que en aquellos momentos escuchaban los resultados de fútbol en un pequeño transistor que fue hallado junto a las gorras ensangrentadas de los policías.
Ese debió ser el momento elegido por los dos jóvenes -no existe precisión de si ocupaban la cabina o se situaban junto a ella-, que se dirigieron hacia el jeep, situado al otro lado de la calle, abriendo fuego con varias ráfagas de fusil ametrallador contra el vehículo, que resultó alcanzado por 52 impactos de bala.
Dos cargadores
No se tiene seguridad si los dos desconocidos dispararon a la vez o si sólo uno de ellos realizó la operación. En cualquier caso parece asegurado que en el atentado se usaron dos cargadores de treinta proyectiles, por lo que es posible que hicieran fuego los dos fusiles ametralladores. La mayoría de los impactos alcanzaron de lleno la zona central del vehículo, hiriendo al chofer y a los cuatro policías que ocupaban los asientos de la parte posterior. Únicamente el cabo, situado en el asiento junto al conductor, resultó ileso.
Todo parece indicar que los policías que ocupaban el jeep fueron sorprendidos, no teniendo tiempo para repeler la agresión desde el interior del vehículo.
En medio de la confusión que produjeron los disparos, los desconocidos montaron en el coche alejándose a gran velocidad del lugar, en dirección a la calle Vitoria. Se supone que tras girar a la derecha tomaron ¡acalle del Portal de Villarreal, para dirigirse hacia la carretera de salida a Bilbao por Betoño. En aquella zona -calle de Escalmendi- fue encontrado, a las diez de la noche, el vehículo utilizado en el atentado. Aunque las versiones son también contradictorias al respecto, parece ser que mientras los agresores abandonaban el lugar, el cabo, por su propio pie, salió del vehículo con intención de auxiliar a sus compañeros. Unos momentos antes, el chofer del vehículo se había dejado caer del coche herido de muerte. Apoyado sobre la rueda delantera del jeep fallecería segundos más tarde.
Las primeras personas que llegaron al lugar (ninguno pudo precisar las circunstancias en que se habían producido los hechos) ayudaron a sacar del vehículo a los heridos. Tres policías –uno de ellos muerto- fueron conducidos al Hospital Civil en una furgoneta, mientras que los dos heridos restantes eran evacuados en coches particulares.
Un testigo
Desde una de las ventanas de un sexto piso de las viviendas existentes frente al lugar de los hechos, la señora de Emeterio Moreno presenció así la escena: «Todo sucedió en unos segundos. Yo no pude ver el coche de los jóvenes que mata ron a los policías. Estaba en la cocina. Los niños estaban jugando en la calle un minuto antes, y al subir a casa me comentaron que habían visto un jeep de policías en la calle con los que habían hecho bromas y risas. Cuando justamente levantaba la persiana para salir al balcón oí varios estampidos secos, como truenos. Eran ruidos de ametralla doras con varias ráfagas. El ruido no se me olvida, era como el del 3 de marzo de 1976. Me asomé en seguida y vi cómo uno de los policías. se arrastraba por el suelo con la pistola en la mano. Acudió en seguida la gente, que quedó como paralizada, sin saber qué hacer. El herido, que dejaba un rastro de sangre, por señas indicó a la gente que dentro del jeep había compañeros heridos. Bajé en seguida a la calle, cuando vecinos de la casa ayudaban a sacar a los policías del coche. Estaban llenos de sangre y con muchos impactos de bala. La escena era horrible. Me dirigí al que estaba bien, que parecía desesperado, y me dijo que él no tenía nada. Este policía, en compañía de un joven, fue hasta la cabina telefónica situada enfrente del lugar para llamar a la policía. Cuando ésta llegó se habían llevado ya a los heridos.»
El policía conductor, Miguel Raya Aguilar, ingresó cadáver en el Hospital General de Santiago, a donde fueron conducidos todos los heridos. Joaquín Ramos, alcanzado por disparos en tórax, extremidades y cabeza, fallecía dos horas después del suceso, tras una delicada operación. Con heridas calificadas de muy graves fue internado en la unidad de cuidados intensivos del mismo centro el policía José Vicente del Val del Río, que presentaba heridas de bala en hemitórax, hepigastrio, pared torácica derecha y rotura de bazo -que le fue extirpado- e hígado. Su estado es calificado como de extrema gravedad.
Los policías Armando Doval y Santiago del Canto resultaron también heridos menos graves. El primero presenta fractura abierta de cúbito derecho y dos heridas de bala en el antebrazo y en la planta del pie derecho. Santiago del Canto sufre fractura abierta en el tercio discal de tibia y peroné izquierdos. Presenta también heridas en el dorso del pie izquierdo y cuero cabelludo. Ambos policías evolucionan satisfactoriamente de sus lesiones.
A las 12.30 del mediodía quedaba instalada la capilla ardiente en el antiguo cuartel de Flandes. En la misma se personó, a las 3.15 de la tarde, el general inspector de la Policía Armada, general Timón de Lara. Posteriormente, visitarían el lugar el jefe superior de Policía de Bilbao y el director general de Seguridad.
El agente de policía Joaquín Vicente Val moriría el 24 de marzo de ese mismo año a consecuencia de ese mismo atentado.