ETA asesina a un funcionario de prisiones en Vitoria con una bomba lapa

Vitoria, 22/10/00. Tras un fiscal y un médico militar, asesinados en octubre del año 2000, la ruleta criminal de ETA tomó como objetivo a un funcionario de prisiones. A las 7.45 de la mañana, cuando se disponía a trasladarse a la prisión de Nanclares de la Oca (Álava), donde estaba destinado, el vehículo de Máximo Casado Carrera, de 44 años, saltó en pedazos. La bomba lapa estaba adosada a los bajos del turismo y compuesta por entre 1,5 y 2 kilogramos de explosivo.
El mecanismo de activación era muy sensible, ya que el coche apenas se movió unos metros de donde estaba aparcado, en el garaje comunitario del inmueble donde vivía el funcionario de prisiones, en la calle del Beato Tomás de Zumárraga, cerca del centro de Vitoria.
El funcionario, que perdió la vida en el acto, estaba casado y tenía dos hijos, de 10 y 18 años. Natural de Santa Elena de Jamuz (León) trabajaba desde hacía 15 años en la prisión alavesa, donde empezó como maestro y ahora era jefe de servicio. Estaba afiliado a Comisiones Obreras y fue delegado sindical en su centro penitenciario.
CC OO y UGT aseguraron ayer que el movimiento sindical "no permanecerá impasible ante la criminal espiral de violencia". Ambos sindicatos han convocado para hoy un paro de cinco minutos en toda España, que será de 15 en el País Vasco, coincidiendo con las concentraciones que se celebrarán a mediodía ante las instituciones democráticas. Además, todos los sindicatos de prisiones han llamado a los más de 18.000 trabajadores de Instituciones Penitenciarias a parar hoy durante un cuarto de hora.
Desde que asesinó al psicólogo de la cárcel de Martutene (San Sebastián), en marzo de 1997, ETA no había vuelto a atentar contra este colectivo laboral, que acumula ya seis muertos a manos de la organización terrorista, además de haber padecido el secuestro más largo de la historia de la banda, 532 días, en la persona de José Antonio Ortega Lara, liberado en julio de 1997.Durante el cautiverio de este último, Casado recibió cartas amenazadoras, como otros funcionarios de prisiones. Un compañero suyo relató ayer que hace unos tres meses tuvo una discusión con unos vecinos, a cuyos hijos, simpatizantes de HB, acusó de dañarle el buzón.
El ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, que se trasladó ayer a Vitoria, recordó que en el edificio donde vivía el funcionario se produjeron recientemente episodios de vandalismo contra dos hermanos afiliados al PP y aventuró la posibilidad de que sus asesinos hubieran "dado el paso" desde la violencia callejera a la bomba lapa, integrándose como legales (no fichados) en ETA.
El último atentado mortal en Vitoria fue el del dirigente socialista Fernando Buesa y su escolta, el ertzaina Jorge Díez, el pasado 22 de febrero. Desde diciembre pasado, tres operaciones policiales habían desmantelado parcialmente la estructura del comando Araba.
El asesinato de Casado se produjo un día después de que más de 100.000 personas se manifestaran en Bilbao contra ETA convocadas por el lehendakari, Juan José Ibarretxe, con el apoyo del PNV y el PSOE y las críticas del PP. Esta misma semana se produjeron las detenciones de Harriet Iragi y Jon Igor Solana, los dos pistoleros capturados el lunes en Sevilla tras asesinar al coronel médico Antonio Muñoz Cariñanos, y de Ibon Muñoa, concejal de HB de Eibar (Guipúzcoa), quien reconoció su participación en el asesinato de Miguel Ángel Blanco, en julio de 1997.
Aunque Mayor Oreja evitó vincular el atentado con estos antecedentes, las fuerzas políticas no pudieron sustraerse a la fuerte polémica que rodeó la manifestación del domingo. El presidente del Gobierno, José María Aznar, quien recibió la noticia de visita en Teherán, comentó que en Bilbao "tal vez no se echara de menos a personas como Máximo Casado, Miguel Ángel Blanco, Fernando Múgica, Enrique Casas, Fernando Buesa o Gregorio Ordóñez", todos víctimas de ETA. Aunque el pasado lunes suspendió su visita a Vietnam por el asesinato de Muñoz Cariñanos, ayer rechazó acortar su estancia en Irán, con el argumento de que ETA no le marca "la agenda de trabajo".
En consecuencia, Aznar no asistirá al funeral previsto esta tarde en la catedral Nueva de Vitoria, ni a la manifestación convocada a las 20 horas por el consistorio y la diputación foral, a la que ayer se sumó Ibarretxe, quien reclamó una "rebelión contundente" de la sociedad vasca contra ETA. Más de 5.000 personas se concentraron por la tarde ante el Ayuntamiento de Vitoria, que dedicará una plaza al funcionario de prisiones asesinado.
Máximo Casado se convirtió ayer en la víctima mortal número 16 de ETA en este año, el más sangriento desde 1992, cuando fue detenida en Bidart (Francia) la cúpula de la banda. Más suerte tuvo el decano del Colegio de Abogados de San Sebastián, José María Muguruza, quien recibió por correo en su domicilio un paquete bomba, del tamaño de una cinta de vídeo, que él mismo llevó a una comisaría de la Ertzaintza, próxima a su domicilio.
La banda amenazó por carta al trabajador asesinado durante el secuestro de Ortega Lara
Casado se sentía acosado últimamente y había pedido a su esposa que fuera precavida
ISABEL C. MARTÍNEZ - Vitoria - 23/10/2000

Máximo Casado, el funcionario de prisiones asesinado ayer por ETA, murió en el acto, totalmente destrozado, dentro del garaje colectivo del bloque de viviendas en que vivía, cuando cogía su coche para incorporarse a su turno de trabajo en la cárcel de Nanclares de la Oca. Casado había recibido cartas amenazantes de ETA, como otros funcionarios penitenciarios, durante el secuestro de su colega José Antonio Ortega Lara, según reveló ayer el sindicato Comisiones Obreras, del que el fallecido era militante. Sus compañeros afirmaron ayer que Casado se mostraba inquieto en los últimos tiempos al percibir un cierto acoso y había aconsejado a su esposa que tomase precauciones al coger el vehículo.
Según sus compañeros y personas que ayer visitaron a la familia, Casado se sentía acosado en los últimos tiempos: recibía llamadas de madrugada, su coche fue rayado y su buzón marcado con las siglas ETA y PP. También había mantenido algún enfrentamiento público con los padres de dos jóvenes radicales de su vecindario, lo que le incomodó más. De hecho, "todo el mundo en la prisión conocía estos episodios, que le inquietaban", indicaron compañeros suyos.Casado murió destrozado por una bomba lapa colocada en los bajos de su vehículo y compuesta por entre 1,5 y 2 kilos de un explosivo por determinar, con un mecanismo de activación muy sensible, ya que el turismo, un Citroën Xsara, apenas se movió de la plaza antes del estallido. La explosión no afectó a la estructura del edificio y sólo dañó los dos vehículos aparcados en las plazas contiguas a la de Casado, en la primera planta de las dos que tiene el garaje.
El ministro del Interior, Jaime Mayor, quien se desplazó de inmediato a Vitoria, dejó abierta la sospecha de que los autores del crimen sean personas implicadas en la lucha callejera, que han pasado a realizar atentados de envergadura. Así ha ocurrido, por ejemplo, con los dos recientes detenidos del comando Andalucía: Harriet Iragi y Jon Igor Solana.
El estruendo sacudió el bloque de viviendas, en la calle Beato Tomás de Zumarraga, en cuyo número 80 vivía Casado con su familia, y sacó a la calle a los vecinos. En la misma zona de Vitoria se han registrado en los últimos meses otros tres ataques: una bomba, reivindicada por ETA, contra una sucursal de Caja Vital, y sendos episodios atribuidos a los autores de la kale borroka contra el domicilio de dos hermanos, miembros de Nuevas Generaciones del PP, y el de un agente de la Guardia Civil.
El Ministerio del Interior alberga sospechas de que ETA tiene en esta barriada de Vitoria algún colaborador legal (no fichado) que le facilita información y que podría haber proporcionado también los datos sobre el funcionario asesinado, su vehículo y la plaza de garaje en que acostumbraba a aparcarlo.
La policía vasca acordonó durante horas la zona, comprobó las matrículas de los vehículos aparcados en las inmediaciones y los inspeccionó con perros adiestrados en la detección de explosivos. El cadáver de Casado fue levantado a las 11.30 y una grúa retiró una hora después su coche.
Entre las personas que bajaron a la calle se encontraba la esposa del fallecido, Concepción Jaular, que intentaba enterarse de lo ocurrido y desconocía aún que el objetivo del atentado había sido su marido. La mujer fue informada en el mismo portal de la vivienda por ertzainas, que la acompañaron de vuelta a su vivienda. Allí se encontraba su hija menor, Zulaika, de 10 años. Ambas recibieron la asistencia de una psicóloga. El otro hijo, Marino, de 18 años, cumple el servicio militar en Cartagena.
Quienes visitaron en las horas siguientes a la viuda de Casado, afirmaron haberla encontrado "entera, dolida e indignada", en palabras del secretario socialista de Álava, Javier Rojo. Una de las situaciones más dolorosas se produjo cuando el padre del funcionario telefoneó desde León tras enterarse de que se había producido un atentado en Vitoria, pero sin saber que la víctima era su hijo. Su propia nuera tuvo que decírselo.La viuda recibió con gran entereza a las autoridades y cargos populares y socialistas que se acercaron al domicilio, así como a compañeros de su marido, entre ellos el subdirector de la prisión de Nanclares. Concepción Jaular se negó, sin embargo, a hablar con dos consejeros del Gobierno vasco, que fueron de los primeros en llegar al lugar. El lehendakari, Juan José Ibarretxe, y el presidente del Parlamento vasco, Juan María Atutxa, ofrecieron su pésame y consolaron a la viuda y al resto de la familia en la capilla ardiente instalada en la Subdelegación del Gobierno, repleta de militantes de CC OO.
Es probable que el comando Araba de ETA, al parecer autor del asesinato, pueda contar con más efectivos y medios de los que la policía le adjudicaba, a pesar de los tres golpes policiales que ha sufrido entre diciembre de 1999 y agosto, en los que perdió gran cantidad de explosivos y armamento y vio afectada su infraestructura. La Ertzaintza dio inicialmente por desarticulado el citado grupo el 19 de agosto en una operación en que se detuvo a cinco personas -otras tres consiguieron huir- y se registraron seis pisos, en los que sus agentes hallaron 30 kilos de explosivos y cinco bombas lapa.