ETA mata en Vitoria a un guardia civil

Vitoria, 09/05/88. El subteniente retirado de la Guardia Civil Alfonso Parada Ulloa, de 61 años, resultó ayer muerto en Vitoria, a escasos metros de su domicilio, por un individuo joven que se acercó a él y le disparó a la cabeza a corta distancia. El atentado se produjo a las dos menos cinco de la tarde junto al número 1 de la calle de las Juntas Generales, donde vive la familia Parada Ulloa, en el barrio vitoriano de Lakua, y a menos de cien metros de la comisaría de la Ertzaintza. Parada falleció a las 2.05 de esta madrugada tras permanecer varias horas en coma. Alfonso Parada nació en la localidad coruñesa de Mellid. Estaba casado y tenía un único hijo, Nacho, de 32 años, que trabaja como vigilante jurado, y un nieto de corta edad, que se encontraba en casa de sus abuelos en el momento del atentado. Unos familiares acudieron al lugar a recoger al pequeño.
El nombre del subteniente había aparecido en varias listas incautadas a comandos de ETA desarticulados por las fuerzas de seguridad. Fuentes de Interior señalaron que siempre fue avisado de tal circunstancia. Francisco Probanza, concejal de Unidad Alavesa, que fue profesor durante varios años en un centro escolar del barrio y se trasladó rápidamente al lugar de los hechos, dijo saber que Parada había recibido amenazas en el pasado. "Ahora estaba retirado y hacía una vida normal: sus paseos, sus vinitos, siempre por esta zona, o salidas al monte con su mujer".
El miembro de ETA reinsertado y ex ertzaina Jose Miguel Sueskun, vecino también del barrio de Lakua, se acercó al lugar y señaló, pese a no conocer personalmente a la víctima, que "era un hombre bastante apreciado". "Es lamentable lo que está pasando", dijo, "van a tumba abierta y a ciegas". "No hay que mirar la botella de champán que pidió el otro día De Juana Chaos, sino las que no pidieron los otros 600 presos de ETA", añadió.
Retirado hace tres años
Alfonso Parada vivía en Vitoria desde 1976 y desde hace unos 15 años en su domicilio actual. Era una persona conocida y apreciada, que alternaba con el vecindario en los bares de la zona y a quien con frecuencia recurrían quienes deseaban agilizar algún papeleo. "Una bellísima persona, campechana, que siempre estaba dispuesto a hacer un favor", dijeron vecinos de la víctima del atentado. Había desempeñado su trabajo en el Gobierno Civil de Álava, realizando tareas burocráticas, y su último destino lo tuvo, desde 1986 y hasta pasar a la reserva hace casi tres años, en el cuartel de Sansomendi, en la Unidad de Intervención de Armas.
Los vecinos de Alfonso Parada desconocían si éste adoptaba alguna medida de autoprotección, aunque sí señalaron que mantenía, "costumbres muy fijas", entre ellas la de salir a primera hora de la tarde y desplazarse hasta una localidad en las afueras de Vitoria para dedicarse a su afición: el cuidado de los pájaros.
Las personas que se encontraban en los establecimientos de las inmediaciones oyeron claramente una sola detonación. El trabajador de un taller cercano al lugar fue la primera persona que se acercó al herido, que mantenía los ojos abiertos pero permanecía totalmente inmóvil. A metro y medio estaba el manojo de llaves del guardia civil, cuyo coche estaba aparcado muy cerca, y también un único casquillo -de nueve milímetros, munición habitual de ETA- que la policía retiró después. "A ver si se acaba de una vez con esto, que es una vergüenza", decía esta persona. "¿Cómo puede ocurrir esto a cincuenta metros de una comisaría, en una zona donde viven y potean un montón de policías?", se interrogaba el mismo testigo.
Según el relato de este hombre, una mujer de unos cincuenta años -al parecer el único testigo presencial de los hechos- que lloraba presa de un gran nerviosismo junto al cuerpo tendido en el suelo de Parada fue quien indicó a un inspector de la Ertzaintza que llegó al lugar poco después del disparo la dirección en la que había visto correr a un joven "de pelo corto". Otros testigos dicen que tenía el pelo largo.
Al parecer, este joven, considerado el principal sospechoso, cruzó a la acera opuesta y se internó por los soportales que comunican unas calles con otras en este barrio en dirección al cercano parque de Arriaga. El dueño de una tienda situada a escasos metros del lugar del atentado avisó por el portero automático al domicilio del herido, cuyo hijo bajó de inmediato y, entre lamentos e imprecaciones, se mantuvo agachado junto al cuerpo de su padre hasta la llegada de la UVI móvil que le trasladó al hospital.
Parada ingresó a las 14.20 en el centro de Txagorritxu en estado de coma. El disparo entró por su sien izquierda y salió por la derecha. Aunque en un primer momento los equipos de urgencias del hospital vitoriano barajaron la posibilidad de una intervención quirúrgica, finalmente la descartaron. Unas doce horas más tarde falleció.